En Y de pronto cambió mi vida conocemos a un protagonista un tanto peculiar. Un adorable beagle llamado Pepe, que es “secuestrado” por una familia alemana que se encontraba veraneando en España. A raíz de ello, se ve obligado a empezar de nuevo en un país distinto al suyo, con un idioma que no conoce y con costumbres radicalmente opuestas a las suyas.
Junto a él conocemos también a su nueva familia, conformada por Stefan, un prestigioso abogado volcado por completo en su trabajo y apenas nada en su familia; Eva, una exitosa escritora que habría hecho lo que fuera para que su marido le dedicara más tiempo a su familia, y Bettina, una niña especial pero también algo conflictiva.
A lo largo de sus páginas, Pepe (o Max, como es apodado posteriormente por su nueva familia) nos va conduciendo, desde su punto de vista, por multitud de situaciones, como son el bulling, y en particular la mala influencia que ejercen las cadenas de televisión en los menores, la xenofobia, el racismo, la alimentación y la particular obsesión que se ha generado en la sociedad por la comida sana con propiedades anticancerosas, cardiotónicas, antioxidantes, antitrómbicas y tantas cosas más.
En resumidas cuentas, habla de la superficialidad que está implantada en nuestra sociedad, que nos llena de miedos, y en la que se nos educa para ser seres frívolos de forma que nuestro cuerpo sea nuestra única preocupación.
Una novela tremendamente enternecedora, cuyo protagonista tiene gran parte de responsabilidad, y también tremendamente enriquecedora, ya que su desarrollo está hilado por una reflexión tras otra. Todas ellas planteadas, a mi modo de ver, con mucho acierto. En definitiva, nos hablan de lo importante que es enfrentarse a la vida con un pensamiento positivo, así como saber elegir las prioridades correctas.
Sin lugar a dudas, Y de pronto cambió mi vida es de esa clase de libros que son aptos para cualquier edad y también para cualquier momento de la vida. Creo que incluso debería ser de lectura obligada en los institutos, en lugar de algunos clásicos que los/as estudiantes no llegan ni a comprender debido a su complejidad, ya que trata de inculcar una buena lección de tolerancia y de respeto hacia todo tipo de personas, ideas y culturas, y todo ello planteado de forma sencilla y atrayente.
Creo que una de las preocupaciones que más debe perturbar a un/a escritor/a es que el lector/a llegue a entender el mensaje que trata de transmitir con su obra, y que sea capaz de disfrutar con ella tanto como probablemente disfrutó el autor/a al escribirla. En este caso, ese objetivo está más que conseguido, así que gracias Cristina por interesarte en nuestro blog y permitirnos, a mi en particular, conocer tu obra y poder disfrutar de ella en primera persona.
FRASES DESTACADAS
- “Yo pienso que eso de pertenecer a una raza, a un pueblo, a un grupo de seres que comparten raíces, cultura, mentalidad, y costumbres, está muy bien, siempre y cuando ello no te impida aceptar que en muchas otras partes hay seres pertenecientes a culturas profundamente divergentes de la tuya, pero no por ello menos válidas”.
- “Los habitantes de los países modernos y civilizados nos creemos libres, ¡y una mierda! Somos esclavos de nuestras culturas. Pero no solo nosotros aquí en Occidente. Las culturas orientales someten a sus gentes a reglas y tradiciones tan absurdas como las nuestras o -a mi modo de ver- incluso más. Qué paradoja: dependiendo de en qué parte del globo te ha tocado nacer, tendrás varias mujeres y lo verás lo más normal del mundo, o tendrás solo una y la prohibición de tocar a otras, y te parecerá lo más normal del mundo. Ahora bien, en ninguno de los casos es el individuo quien decide lo que considera correcto. La sociedad que le rodea decide por ti”.
- “¿Una existencia cómoda y tranquila, o una vida complicada pero enriquecedora? Cada uno tiene una respuesta distinta a estas preguntas. Y tan válida es una forma de vida como la otra. Lo importante es que cada uno sepa elegir la que más feliz le puede hacer”.
Verónica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario