En un tiempo en el que las distopías parecen ponerse de moda, es bueno traer a la luz un clásico de las distopías no tan evidente como pudieran ser los de 1984 de Orwell, o Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
Hablamos de La invención de Morel, del escritor ururguayo, Adolfo Bioy Casares, un verdadero clásico de la literatura hispanoamericana, y de la literatura fantástica en general. Un libro que habla sobre las ansias de trascender que siempre ha tenido el ser humano, la eterna juventud, la inmortalidad, y por supuesto, también habla de amor. Esto es lo que subyace tras una trama relativamente sencilla. El argumento como tal, narra como un fugitivo, ante el temor de que su vida corra peligro, decide viajar a una isla deshabitada para huir, aun a sabiendas de las leyendas que dicen que de esa isla nadie regresa con vida. Al llegar allí descubre que no está solo, que la isla está habitada por un grupo de personas, entre ellas una chica de la que se enamorará perdidamente. Poco a poco irá descubriendo los secretos que guarda la isla y quienes son realmente esas personas que allí moran y de las que tratará de permanecer oculto.
En su lucha contra los elementos, intentará por todos los medios de llamar la atención de su enamorada, pero ésta lo ignora negando incluso hasta su misma presencia, ¿acaso dicha mujer será fruto de su imaginación, un producto del sol y las mareas, del hambre que impide discernir entre realidad e imaginación? ¿puede realmente ser que dicha mujer no exista y me haya enamorado de una ilusión? El protagonista tratará de encontrar respuesta a esas preguntas mientras lucha por sobrevivir en una isla que alberga un tenebroso secreto.
Debo admitir que el libro no me entusiasmó, ni por trama, que avanza un poco despacio, ni por narrativa, sin embargo había algo en él que me hacía seguir adelante, quizás fuesen las descripciones de la isla, que son muy buenas, o tal vez ese misterio que iba envolviendo todo. Había un encanto oculto en el libro que hizo que no lo abandonase, esperando el momento en el que realmente ocurriese algo. Y ese algo se hace esperar, pues sucede en el segundo tercio del libro, pero cuando aparece ya comprendes todo y te das cuenta de que es una gran obra.
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