Demian es una de las grandes novelas de Hermann Hesse, es un libro que leí en mis tiempos mozos y que he releído alguna que otra vez, pues tiene algo intrigante que lo hace especial, es como si te hablara, como si te incitase a revisitarlo. En esta ocasión lo revisito para realizar la reseña, y también por un ensayo estilístico que leí hace poco en el cual se desglosaban muchos de los aspectos de la historia.
La historia narra un periodo de la vida del joven Emil Sinclair, el proceso de desarrollo mental que le ocupó desde su más tierna infancia a la edad de 10 años, pasando por la pubertad hasta alcanzar los primeros años de juventud, momento en el cual ya se considera un hombre. Sinclair pertenece a una familia burguesa bien acomodada, una familia feliz, de educación religiosa y férreos valores morales; sin embargo, un día todo el sistema de estabilidad del joven Sinclair se ve alterado por una serie de acontecimientos que comienzan con el chantaje al que se ve sometido por un compañero de colegio, lo cual lo
sume en un estado de ansiedad, al considerarse un ejemplo de perdición y sentirse condenado para el resto de su vida, del cual logra salir gracias a Max Demian, un chico de su clase dos años mayor que él, quien le enseñará el camino hacia sí mismo, a buscar en su interior para encontrar la respuesta a todas esas preguntas que no se atreve a formular en voz alta. La liberación de la terrible amenaza supondrá una vuelta a la felicidad anterior, una vuelta al mundo uterino del confort social, un entorno amniótico en el cual los malos no existen; sin embargo, algo en el joven Sinclair ha cambiado para siempre.
sume en un estado de ansiedad, al considerarse un ejemplo de perdición y sentirse condenado para el resto de su vida, del cual logra salir gracias a Max Demian, un chico de su clase dos años mayor que él, quien le enseñará el camino hacia sí mismo, a buscar en su interior para encontrar la respuesta a todas esas preguntas que no se atreve a formular en voz alta. La liberación de la terrible amenaza supondrá una vuelta a la felicidad anterior, una vuelta al mundo uterino del confort social, un entorno amniótico en el cual los malos no existen; sin embargo, algo en el joven Sinclair ha cambiado para siempre.
Aunque a simple vista la historia pudiera parecer como un libro de rebeldía propia de la juventud contra los sistemas educativos y sociales de su época, especialmente en Alemania de primeros de siglo, la realidad de la novela es mucho más que eso, pues conforme profundizamos por sus diferentes sustratos nos damos cuenta de la complejidad que posee toda la obra.
El libro fue publicado por primera vez en 1919, lo que nos sitúa en un contexto muy concreto: el fin de la Gran Guerra, un acontecimiento que marcó a la humanidad, que pretendió ser visto como una catarsis, y cuyo contexto, en cierta forma, flota por la novela más allá de la propia presencia dentro de la trama.
La historia comienza siendo un contraste entre la luz y la oscuridad, la felicidad familiar frente al temor del chantaje y la caída en desgracia; esta dicotomía es la misma del eterno bien contra el mal del cristianismo, del espíritu y de la carne, y es la que estructura los primeros capítulos de la obra: la introducción a los personajes en su entorno; el abandono de la niñez y el despertar sexual, dentro de un entorno social reprimido, del protagonista con un amor idealizado (más adelante este amor se tornará ambiguo rozando lo incestuoso). A cada periodo de oscuridad le acompañará un nuevo ferviente deseo de abrazar la luz, y volver a esa felicidad que recordaba de niño; como se ve, el psicoanálisis con las teorías de Freud o Jung, está bastante presente en la obra.
En la segunda parte esta dicotomía desaparece entrando de lleno en el terreno de la búsqueda interior de Sinclair, en su autodescubrimiento. En este proceso está presente la figura de Pistorius, un organista al que conoce en una capilla a las afueras de la ciudad. Este exegeta le introducirá en el descubrimiento de otros mundos, de otras formas de ver la vida alejadas de la dualidad de la cual Sinclair trata de escapar, una visión en la que las dos pulsiones tengan cabida, donde luz y oscuridad, bien y mal, formen parte indisoluble de un mismo todo. Este simbolismo se trasmutará en la figura de una nueva deidad, Abraxas, el dios del bien y del mal, Dios y Diablo; sin embargo, Sinclair necesita llegar más allá en su descubrimiento interior, lo que producirá una nueva huída hacia adelante en busca de quien verdaderamente puede terminar de ayudarlo a encontrar las respuestas: su amigo Max Demian; de esta forma nos adentramos ya en el tercero de los bloques en los que podemos dividir la novela.
Toda la obra la podemos considerar como una alegoría religiosa, pues son varias las parábolas de la biblia y de los evangelios de las que se vale el autor con el fin de ejemplificar el proceso educativo del joven protagonista, contraponiendo el significado establecido por el cristianismo con una nueva interpretación de los mismos hechos.
"[…] La mayoría de las cosas que nos enseñan son, desde luego, verdaderas y exactas, pero pueden también ser contempladas desde un punto de vista distinto del de los profesores, y entonces presentan casi siempre un sentido más pleno […]".
No son solamente las parábolas religiosas como las de Caín y Abel, o la del buen ladrón, las que nos impulsan a pensar en un libro religioso, los propios sentimientos del protagonista expuestos en muchos puntos de la historia, mantienen esa tónica: el sentimiento de liberación sentido al exponer su contrición a Demian por el chantaje al que estaba siendo sometido, equiparable al acto de confesión, es tan solo uno de ellos. Dicho esto, ver la historia del proceso educativo de Emil Sinclair desde un simple punto religioso, o gnóstico, o ateo, quizá no sea del todo exacto, pues en verdad todo el simbolismo religioso del que se vale Demian, y por extensión Hesse, es el resultado de un periodo histórico, de una educación, de unos valores propios puestos en cuarentena durante los continuos periodos de crisis que sufría el autor; al final, la síntesis se reduce a mirar en nuestro interior para ser capaces de tomar nuestras propias decisiones, de aceptarse, de no someterse a ideas preestablecidas, de buscar el camino propio, de confiar y tener seguridad en uno mismo, hasta convertirse finalmente en ese pájaro que sale del huevo rompiendo el cascarón. En este proceso de afirmación interior, la figura de Nietzsche tiene también mucho que decir, pues es otra de las grandes mentes que sobrevuela toda la novela, la individualidad, el superhombre, la oposición al cristianismo, el rechazo a lo colectivo entendido como el pensamiento uniforme, etc. son procesos peligrosos, como el propio Sinclair va descubriendo desde su niñez, pues «te alejan de la luz y el orden», como Pistorius le advierte en una ocasión.
Una persona que no desee más que su propio destino no tiene compatriotas; se queda harto sola con solo frío a su alrededor".
Hemos desgranado algunas de las visiones que existen detrás de la historia, aun así, quedan muchas más, en especial nos queda afrontar el gran interrogante: ¿existe realmente Demián, o acaso es solo una proyección del subconsciente de Sinclair del que se vale para hacer frente a sus temores? La respuesta no es ni mucho menos fácil, y existen argumentos a favor y en contra, por lo que queda a cargo del lector la decisión final acerca de la existencia como personaje ficticio real de Max Demian o dejarlo como un mero personaje imaginado, ergo inexistente, dentro de la propia novela. Sin lugar a dudas, Demián es una novela que no te debería dejar indiferente, posee una lectura fácil de apariencia con numerosas capas ocultas que son las que engrandecen la narración. En cierta manera, este proceso de aprendizaje y conocimiento interior, siempre me ha recordado a otra popular novela: El guardián entre el centeno, aunque esta nunca ha llegado a entusiasmarme e incluso confieso tenerle cierta manía, quizá no la leí en un momento adecuado o con los ojos precisos. En cualquier caso, Demián es la primera de las tres grandes obras de Herman Hesse, a la que siguieron Siddharta y El lobo estepario, seguramente la más conocida por la ulterior influencia que ejerció en los tiempos de la contracultura y el hippismo.
Por úlitmo, considero justo mencionar la referencia bibliográfica de la que me he ayudado un poco para hacer la reseña:
Ziolkowski T. (1979). Las novelas de Hermann Hesse (Gerardo Espinosa Wellman, trad.) Madrid, España. Ed. Punto Omega.
Pues me has dejado intrigada con lo de la búsqueda de libertad interior y luego un poco asombrada con lo de Demián, tendré que leerla para poder opinar si es real o no, pero algo que estoy segura que ofrece la novela como bien me lo has dicho antes, es que te invita a reflexionar.
ResponderEliminarSaludos!