La afonía del Juglar cayó en mis
manos por generosidad de su autor, Fernando López Aguarón.
Un profesor de instituto, llamado
Florián, es el protagonista de la novela. Parece tener una vida de lo más
normal, hasta que la desaparición de uno de sus alumnos y el posterior hallazgo
del cadáver, hacen que inicie una investigación paralela a la oficial.
El profesor recibe notas con
mensajes firmados por “El Juglar”, personaje desconocido que cuenta con
información relevante para resolver el asesinato del joven alumno, entre otros.
Este misterioso personaje es el encargado de guiar la investigación que realiza
Florián mediante pistas en forma del famoso juego de palabras “Scrabble” que el
profesor y el/la lector/a deben descifrar.
De lo dicho se puede deducir que
el misterio está presente a lo largo de toda la novela, ya que, el/la lector/a
desconoce la identidad de “El Juglar” y el momento de la obra en que se
desvelará su verdadera identidad.
Además de “El Juglar” y del
profesor, tienen cierto protagonismo otros personajes que están relacionados
con la trama de una forma indirecta, al ser partícipes de la misma por la
cercanía que les une al profesor.
A quien le interese mi opinión
sobre el libro, tiene que saber que está dividida en dos partes:
-> Es
muy frecuente que los primeros capítulos de un libro no “enganchen” al/la
lector/a, pero es que en este caso arrastré el desconcierto casi hasta la mitad
del libro. Debido a la falta de orden en la introducción de la novela, no
comprendía cuál era la temática, pues las páginas estaban repletas de
información interesante pero sin conexión. Me dio la sensación de que el autor
realizó una destacable labor de documentación pero no logró encontrar la manera
adecuada para transmitirla.
-> No
obstante, conecté con la segunda mitad del libro, donde la trama comienza a
atrapar y conseguir mantener alerta al/la lector/a para seguir el desarrollo de
la investigación.
En definitiva, la historia en sí
misma es original y causa intriga, pero su redacción y la presencia de errores
ortográficos me desmotivaron durante algunos capítulos del libro.
*Frase destacada:
"El destino, a contracorriente, se encapricha, toma la mano de uno, tapa sus ojos y te lleva a un laboratorio de alquimista, elaborando planez sin consultarte. Los perfumes del destino desprenden a veces aromas dulces y fragantes, bergamota y esencias que embriagan de felicidad, mientras que otros son una mezcla ácida y putrefacta de dolor y hiel." (Pág. 290)
María
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