En su primera obra se abordaban diferentes temas familiares, y también otros como la corrupción, las infidelidades, el tráfico de drogas, el machismo o la pederastia. En contraposición, los relatos de Los amores ausentes establecen su centro gravitacional en torno al amor. Amores en su mayoría oxidados por el paso del tiempo, y amores dificultosos que no llegan a triunfar y superar las adversidades, entre otros.
No obstante, y este es uno de los puntos que más me gustan, Gabriel sigue con la misma línea de sus predecesoras, de forma que la cotidianidad sigue siendo el factor característico tanto de sus personajes como de las historias que protagonizan. Nada ver con aquellas historias que idealizan el amor, mostrando solo las facetas que más lo benefician. En Los amores ausentes, podemos encontrar todo tipo de amor, y sobre todo, podemos encontrar la inevitable frustración de los amores no correspondidos, tan real y tan camuflada a la vez.
Un lenguaje sin florituras, que te conquista tanto por su sencillez como por las historias que cuenta, convencionales a la par que novedosas. Una apuesta literaria diferente, cuya lectura me ha resultado efímeramente agradable.
Verónica.
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