Hoy, en República Literaria de Malyve, tenemos el placer de contar con la crítica de una colaboradora del blog, Salu. Antes de nada, las tres queremos agradecerte tu participación y el interés que has mostrado en nuestro blog.
Y sin más, os dejamos que disfrutéis de su crítica.
Este libro está
escrito por el gran Wilde en 1897 desde la cárcel que, en realidad,
es una carta dirigida a Lord Alfred en un intento de trasmitir por lo
que está pasando después de que éste le arruinase en todos los
sentidos. Pero antes de comentar el libro en sí, me gustaría
contaros un poco de biografía de este genio.
Oscar Wilde nace
en Dublín en 1854, hijo de padres adinerados, su padre era médico y
su madre escritora, estudió más tarde en el Trinity College de
Dublín y en Oxford graduándose en lenguas clásicas. En 1881
publicó un volumen de poemas y 3 años más tarde se casó con
Constance Lloyd con la que tuvo dos hijos varores: Cyril y Vyvuan.
Entre 1888 y hasta
que fue encarcelado publicó sus grandes obras más conocidas, entre
las que destaca “El Retrato de Dorian Gray”. En 1891
conoció a Alfred con el que compartió su amistad durante 3 años.
En 1895 tiene un juicio contra el marqués de Quensberry, lo pierde y
es condenado por homosexualidad durante 2 años por una ley aprobada
en 1885.
En 1897 acabó su
condena y pasó sus últimos días en Italia, Suiza y Francia.
Falleció en París el 30 de noviembre de 1900 por una enfermedad de
oído de origen sifilítico. Está enterrado en Bagneux (Paris).
El libro, como he
dicho anteriormente, es una carta de amor, desamor y también sobre
la vida y el arte. Oscar expresa todo lo que siente, la gran pena y
decepción que siente hacia Alfred, y cómo ha trascurrido esta
relación que acaba siendo una ruina para Oscar en todos los
sentidos, acabando en la cárcel sin apoyos y con una gran soledad y
arrepentimiento: “para mí, el mundo ha menguado hasta hacerse como
la palma de la mano”.
La carta está
expresada a lo “Wilde”, es decir, con multitud de recursos
poéticos que nos deja con un buen sabor de boca en cada línea. Si
habéis leído “El Retrato de Dorian Gray”, os animo a que
leáis este libro-carta ya que la forma de escribir de Wilde es un
deleite para todos los sentidos:
“Las cosas
grandes de la vida son lo que parecen, y por esa razón, aunque pueda
sonarte extraño, a menudo resultan difíciles de interpretar. Pero
las cosas pequeñas de la vida son símbolos. Recibimos nuestras
lecciones más amargas con mayor facilidad a través de ellas. Tu
elección, aparentemente casual, de un nombre fingido fue y seguirá
siendo simbólico. Te revela.”
“Los dioses son
extraños. No hacen sólo de nuestros vicios instrumentos con que
azotarnos”
Salu
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