14 de octubre de 2016

SUITE FRANCESA, Irène Némirovsky (Salamandra, 2005)

     Normalmente, cuando un libro tiene su versión cinematográfica, tengo por costumbre leerlo primero y después ver la película. Sin embargo, con esta novela me pasó al revés. Fui al cine pensando que vería una película sobre la Segunda Guerra Mundial sin más y salí tan fascinada que me puse a indagar sobre ella y así fue cómo conocí su curiosa procedencia.

        Irène Némirovsky, la autora, fue una escritora nacida en Ucrania pero que pasó gran parte de su vida en Francia. Creció en una familia de clase alta y comenzó a escribir novelas con gran nivel de aceptación entre el público y entra la sociedad de entonces. Pero, una vez llegada la Segunda Guerra Mundial, su prometedora carrera se va al traste, siendo arrestada por su origen judío y muriendo en Auschwitz en 1942. Sin embargo, afortunadamente sus hijas lograron escapar y refugiarse con unos familiares, portando los manuscritos de las obras de su madre con ellas.


          Muchos años más tarde, cuando decidieron donar las obras a un archivo histórico, descubrieron que entre los manuscritos conservados, estaba una novela inédita que nunca antes había saludo a la luz y que Irène no pudo concluir. Es aquí donde nos encontramos con Suite francesa. Podríamos decir que es un conjunto de pequeñas novelas, diferenciadas en varias partes, en las que se narra cómo el estallido de la Segunda Guerra Mundial afecta a diferentes familias de la sociedad francesa, pero reseñando de excelente manera la forma de vivirlo según la costumbre y el poder adquisitivo de sus personajes. Los egos, las miserias humanas y las penurias contrastan con la solidaridad, la esperanza y la unión del pueblo francés en medio de semejante situación.

Fotograma de la película "Suite Francesa", de Saúl Dibb,
Reino Unido 2014.
        Una vez desarrolladas las diferentes historias, Irène se centra especialmente en narrar la vivencia de un pueblo a las afueras de París, Bussy. Allí se instala un escuadrón alemán imponiendo sus nuevas leyes y códigos y donde los vecinos de dicho pueblo tienen que acoger y convivir con ellos. La familia Angellier, compuesta por la señora Angellier y su nuera Lucille, les toca hospedar en su casa al teniente Bruno Von Falk. Es aquí cuando vemos que entre Bruno y Lucille nace un tipo de cariño prohibido pero que no pueden dejar atrás. En dicha convivencia se entremezclan sentimientos de amor y de temor a traicionar a todo un pueblo, totalmente en contra de los invasores alemanes, sentimientos que juegan en similares proporciones pero, sobretodo, más allá de patrias y banderas, esta novela nos hace ver que todos/as somos iguales ante lo mundano; que el hecho de que la vida y las circunstancias nos sitúen en uno y otro bando queda relegado a un segundo plano cuando la pasión, el amor, los recuerdos, la naturaleza, la música...nos invade y nos conectan de forma sobrenatural, hechos no sólo descritos en esta historia de amor, si no en las vivencias de todo el pueblo de Bussy, desarrolladas a través de otros importantes personajes que, de manera delicada y excelente, nos relata la autora. 
La curiosidad de esta novela es que Irène Némirovsky no pudo terminarla, por lo que el “supuesto final” es muy abierto, no hay un final determinado pero, en mi opinión, este hecho dota de un toque más especial si cabe la historia de esta novela que afortunadamente podemos disfrutar hoy en día.

      Sin duda, un clásico muy recomendable así como su versión cinematográfica, con brillantes actuaciones de sus personajes, diálogos muy cuidados pero con impactantes escenas en las que sobran las palabras y que sus personajes logran transmitir tal como Irène Némirovsky describe maravillosamente en esta novela.


Lydia

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