La Casa Dreyfuss es de
esos libros que caen en nuestras manos como obsequio de su autor, ErasmoCachay, que muy amablemente nos brindó la posibilidad de leerlo.
El personaje principal
es Eduardo Sánchez, un joven peruano que nos muestra una actitud pasiva ante la
vida. La monotonía lo agobia y el hecho de ocupar un puesto de trabajo en la
empresa más importante de Lima no hace desaparecer la pesadumbre que siente.
Tal y como sucede en la
vida real, cuando menos lo espera, Eduardo comienza a ser el protagonista de
una historia en la que se introduce sin vuelta atrás.
La curiosidad por
conocer el origen de la empresa familiar para la que trabaja lo lleva a
investigar sobre los antepasados de la familia, sin ser consciente de que
descubrir el secreto mayor guardado por la familia Dreyfuss y por los
habitantes de más edad de la ciudad, supone riesgos para su vida y la de su
familia.
A través de un personaje maquiavélico de la novela nos traslada una reflexión sobre las cosas que el ser humano es capaz de hacer por conseguir sus propósitos, y el daño que hace a la gente que le rodea por mantenerlos.
Rodean la novela algunos elementos ficticios que me han hecho recordar el clásico de terror “Drácula”. Esa ha sido mi impresión, aunque “La Casa Dreyfuss” es una historia que nada tiene que ver con vampiros.
Rodean la novela algunos elementos ficticios que me han hecho recordar el clásico de terror “Drácula”. Esa ha sido mi impresión, aunque “La Casa Dreyfuss” es una historia que nada tiene que ver con vampiros.
Con gran habilidad, el
autor consigue que el/la lector/a sienta la misma inquietud que Eduardo por
conocer el origen de los Dreyfuss, lo que unido al misterio que predomina en la
novela capta al/ a la lector/a hasta su última página, pues reconozco que comencé
su lectura por entretenimiento y terminé por adicción.
*Frase destacada:
"Adoraba los amaneceres y los atardeceres en Miraflores. Todo
el ambiente era mágico. El sol, mi
corazón que latía y ella a lo lejos, sentada, ausente, cubierta por una
especia de aire que revoloteaba entre sus cabellos , cubierta de una péqueña
luz que la hacia resurgir a mis ojos ahora que estaba anocheciendo. (Pág. 434)
María
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