3 de junio de 2015

WATCHMEN, Alan Moore, Dave Gibbons y John Higgins (DC Comics, 1987)

  Considerar a Watchmen como el santo grial de los cómics no parece ser algo demasiado exagerado, pues es una de las obras maestras del cómic, y por qué no decirlo, de la literatura, pues la calidad de la obra y lo complejo de su trama no tienen porque desmerecer frente a otros formatos narrativos. Watchmen es un cómic escrito por Alan Moore, dibujado por Dave Gibbons, y coloreado por John Higgins

  Aparentemente trata sobre superhéroes, pero la verdad es que está más cerca de la intriga política y criminal que de los superhéroes (pues a excepción de uno nadie tiene superpoderes y para el propio autor es una sátira), y como en toda intriga política, la moralidad de los actos es algo fundamental y es la esencia del argumento. Aunque aparte del argumento, también destaca la original forma de estructurar contenidos, algo que pudiera parecer poco relevante, pero que no lo es en absoluto, todos los detalles tienen una razón de ser.

 La historia parte de una famosa frase en latín que reza eso de “quién vigila al vigilante” (who watch the watchmen), esta frase dio pie para pensar en un grupo de mercenarios al servicio del gobierno de Estados Unidos utilizados para decantar las guerras a su favor (en la historia Vietnam se ganó), y posteriormente derivados a impartir justicia en las calles y mantener el orden. Cuando estallaron revueltas callejeras y los vigilantes comenzaron a ser molestos, dejaron de ser útiles para el gobierno promulgándose una ley para prohibir su existencia, aunque algunos renegaron y siguieron obrando fuera de la ley. 

  Sobre este telón de fondo se inicia la acción que comienza con la muerte en extrañas circunstancias del Comediante, uno de los renegados que renunció a abandonar la justicia callejera. Esta muerte parece no importar a nadie, a nadie excepto a Rochard, el otro renegado, que sospecha de que la muerte no ha sido un simple robo, y se encargará de ir siguiendo las pistas hasta llegar a conocer la terrible y abominable verdad que se oculta tras el asesinato de su amigo, o al menos, alguien al que admiraba.

  La época son los ochenta, en plena guerra fría contra la Unión Soviética, un periodo fecundo para las conspiraciones políticas. Obviamente el tema nuclear planea como una subtrama para generar tensión, pues la guerra nuclear parece casi inminente, pero también sirve para crear a uno de los personajes más fascinantes de la historia, el Dr Manhattan, un ilustre científico que sufrió un accidente en un experimento nuclear y su cuerpo quedó desintegrado a nivel molecular, volviéndose a juntar poco después creando al único personaje con poderes reales, un ser inmortal de color azul capaz de ejercer control sobre el tiempo, el espacio y la materia, pudiendo teletransportarse a cualquier otro planta (su exilio a Marte es clave en la historia), en definitiva, un dios, como a él mismo le gusta definirse. Un personaje que medirá el mundo desde un punto de vista cuántico, lejos de moralidades y lógicas humanas, pero que determinará hacia que lado caerá la moneda del destino de la humanidad.
Esta es la trama principal, pero el cómic cuenta con subtramas adicionales como una presentación de los personajes principales con lo que eran antes y lo que fueron después de la orden; otra subtrama aparentemente inconexa que se va desarrollando dentro de otro cómic que un chico va leyendo (cómic dentro del cómic). 

  El libro está dividido en doce capítulos, que son los minutos que quedan para la medianoche, hora del apocalipsis en referencia al famoso reloj que indica cuan cerca estamos de la destrucción masiva. Y es que los relojes son otro elemento recurrente en la historia, que como ya hemos dicho, está repleta de guiños culturales, literarios, científicos, musicales, que van desde la biblia, a William Blake, pasando por El paraíso perdido de John Milton, o al omnipresente Bob Dylan, pequeños detalles que suelen pasar desapercibidos en una primera lectura, por lo que se recomienda hacer más de una, y por supuesto recordar, nada es casual.

  Y no se puede pasar por alto su icónica portada con un smilie manchado de sangre, que seguro todos hemos visto en alguna ocasión, este smilie pertenecía al Comediante, y es el pistoletazo de salida para esta gran obra cuando Roschard la encuentra tirada en la calle.

  Watchmen es una obra de obligada lectura, repleta alegorías y alusiones filosóficas, una obra que nos hará pensar en el mundo en que vivimos, y que cuenta con un giro final sublime. Hay mucho más que decir sobre esta obra, pero esto es sólo una visión genérica, para más detalles, internet está repleto de ellos. Personalmente, sí yo tuviera que hacer un top 3 de cómics estos serían Maus, Watchmen y Persépolis, sin estar bien seguro del orden de cada uno.


1 comentario:

  1. Voto por Watchmen, aunque Persepolis está en mucho :), pero nunca lo leí, aunque vi la película.

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