28 de abril de 2014

COMO AGUA PARA CHOCOLATE, Laura Esquivel (Mondadori, 1989)

            Este libro cayó en mis manos de forma inesperada y, la verdad, me llevé una grata sorpresa con el mismo. Desde Isabel Allende, no había leído nada de literatura hispanoamericana y esta novela me hizo recordar lo que me gusta este tipo de narraciones.

            La historia se sitúa en México, concretamente en un rancho, donde convive una madre autoritaria y sus hijas. Esta mujer tiene un estilo de vida completamente recto y tradicional, lo que atormenta en todo momento a las hijas, especialmente a Tita, que es obligada a renunciar al amor ya que por ser la hija menor tiene que quedarse cuidando a su madre hasta su muerte. Tita ve como Pedro, el amor de su vida, se casa con su hermana para estar más cerca de ella, pero esta situación lejos de consolarla, la afecta aún más por lo que sucede en acontecimientos posteriores. Finalmente, las diversas decisiones que va tomando le depararán un destino completamente inesperado.


           Se trata de una novela que mezcla realidad y ficción al mismo tiempo pero todo perfectamente concordante y que aporta un toque especial al libro. Lo más original de todo es ver como cada capítulo se introduce con una receta de cocina que prepara la familia y los efectos que dicho plato va a ocasionar en sus miembros, algo que resulta una novedad entre el drama y el desamor que se sufre durante la lectura del libro.
La escritora ha sabido conjugar muy bien este tipo de realismo mágico, lo que hace que no esperes en ningún momento lo que pueda suceder. Tengo que advertir que contiene muchas expresiones típicas de Sudamérica pero es también enriquecedor y más si el/la lector/a no está acostumbrado/a a este tipo de narración.

            Como curiosidad, tengo que señalar que este libro fue llevado a la gran pantalla por el marido de la escritora en una versión muy fiel en todo momento, algo que siempre es costoso de conseguir cuando se trata de adaptar una novela al cine.

            En definitiva, una novela de ágil lectura que recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar (y sufrir también) con una historia diferente.

FRASE DESTACADA:
"Mi abuela decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador. […] Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma."


Lydia


3 comentarios:

  1. Bonita entrada :)

    Me alegro de que te haya gustado y de que hayas apreciado esos matices tan particulares que tiene la novela. Me la recomendó mi madre diciéndome que toda mujer que se precie debía leérsela para aprender a valorarse más a una misma, será verdad?

    ResponderEliminar
  2. Buena reseña!! me gusta mucho la frase que has destacado, es muy profunda y da lugar a la reflexión :)

    ResponderEliminar