Creo que hablo por
todos y todas cuando digo que a veces, incluso sin pretenderlo, nos
creamos altas expectativas respecto a futuros acontecimientos,
a determinadas cosas que nos rodean, e incluso respecto de algunas
personas. Confiar en las apariencias o guiarnos por la primera
impresión que percibimos puede ocasionarnos duras y profundas
decepciones. No obstante, es el sino de la vida,
decepcionarnos, aprender de ello y seguir hacia adelante.
Con las
decepciones en cuanto a libros suele pasar algo similar. Si
bien, es mucho más complicado aprender de ello para evitar que nos
vuelva a pasar en el futuro. A veces una sinopsis demasiado generosa
o una portada más bonita de lo normal pueden generar en nosotros/as
una idea errónea acerca del mismo.
La
historia de esta novela está situada a comienzos
del
S.XX,
en una pequeña ciudad del estado de Virginia, años antes de que
estallara la Primera Guerra Mundial. Tras la guerra
de Secesión, hubo
familias que se resistieron al cambio, a la adversidad y al progreso.
Este es el caso de las dos familias que protagonizan la novela, Los Birdsong y los Archbald. A pesar de que todas las familias de su entorno emigraron a barrios lujosos de grandes ciudades o a modestas granjas, estas dos familias se mantuvieron firmes y se quedaron a contemplar el cambio provocado por el industrialismo.
Este es el caso de las dos familias que protagonizan la novela, Los Birdsong y los Archbald. A pesar de que todas las familias de su entorno emigraron a barrios lujosos de grandes ciudades o a modestas granjas, estas dos familias se mantuvieron firmes y se quedaron a contemplar el cambio provocado por el industrialismo.
Nuestra
protagonista es Jenny
Blair Archbald, una niña
de ocho años que se enamora irracionalmente del marido de la mejor
amiga de su madre. Un amor extraño y tormentoso que la acompañará
durante su madurez, estallando cuando la mujer del susodicho los
descubre abrazados.
Esta
novela trata de transmitir la incomunicación
que existe entre hombres
y mujeres,
provocada en parte por los prejuicios
y las convenciones
sociales, tildados
lógicamente de suma ignorancia. Recrea un mundo en el que sus
protagonistas están dispuestos a mantener las apariencias
a cualquier precio.
En
mi opinión, tenía todos los ingredientes para poder crear una
historia fascinante. Y en su lugar, me he encontrado un argumento
vago de emoción, muy
aburrido
y predecible.
Además de ello, no he conseguido comprender si lo que Ellen Glasgow
trata de transmitir es verdaderamente una crítica a la sociedad, ya
que la manera en la que expresa los diferentes diálogos bien da a
entender que representan realmente la opinión de la autora.
Fragmentos
como; “Sin embargo, aunque rechazaba las sospechas de
Cora, admitía que la vida podría ser mucho más agradable si las
mujeres cayeran en la cuenta de que el hombre no es un
animal monógamo y de que ni siquiera un hombre enamorado
desea necesariamente amar sin interrupción. Desde luego, en el mundo
habría menos infelicidad si las mujeres buenas
pudieran aceptar o rechazar sin más la naturaleza moral
del hombre” y;
“Tenía que ver con la naturaleza humana. George había llevado una
vida acorde a su carácter: sus faltas eran las faltas
de una generosidad exagerada”,
provocaban que pasara de sentir indiferencia a que me hirviera la
sangre a temperaturas verdaderamente extremas.
A
veces la diferencia no está en el tipo de decepciones
que suframos, sino en cómo sepamos afrontarlas.
Si algo he aprendido de La
vida resguardada es que
es probable que no sea la persona más idónea para leer clásicos,
por lo menos no de este estilo. Después de ésto, no me queda otra
que ser más cuidadosa con mis próximas elecciones, aunque ya de
antemano estoy segura de que volveré a caer bajo el hechizo de una
sinopsis poco realista o de una portada especialmente cautivadora.
FRASE
DESTACADA
- “El primer amor les acontece sencillamente a dos personas, a ti y a tu amante, y cambia, como cambia todo lo que concierne a dos seres humanos. Pero el último amor está, además, investido de valor. Tiene valor y sentido de finalidad, y afronta el fin y el vacío de la vida. ¿No es verdad que el sentido de la finalidad es lo último que pervive? Todo lo demás se pasa, incluso el amor”.
Verónica.
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